Por qué necesitamos buenas noticias
Todo el mundo necesita motivos para seguir siendo optimista. Y además quería hablarte de un proyecto muy importante que acabo de publicar.
¿Por dónde empieza uno a contar todo lo que ha pasado con los derechos LGTBIQ+ en el mundo en estos tres primeros meses de 2025? En el segundo post de esta newsletter ya avisé de que Donald Trump y su nueva administración iban a desatar una crisis mundial poniendo fin a gran parte de la financiación a favor de los derechos LGBTIQ+ en el mundo que habían consolidado sus predecesores. Trump ha ido mucho más lejos y ha desatado muchas más crisis que esa en casa y fuera de las fronteras estadounidenses, en ámbitos tan dispares como la lucha contra la tuberculosis, la libertad de prensa o incluso la respuesta humanitaria en ayuda de los refugiados de la guerra en Sudán. Hay quien dice que esa es su estrategia: golpear en tantos frentes, desatar tantas crisis, que sea imposible organizar una respuesta.
Es fácil perder el foco, e incluso desesperar, querer desconectar, en una situación que se asemeja cada vez más a la palabra caos. Pero precisamente por eso es importante mantenerse informado, en el sentido de comprender las dinámicas que están detrás de esa lluvia de titulares. La alternativa es pasar de una mala noticia a otra con una ansiedad creciente, sin ser capaz de soltar el teléfono, y al final del día ni siquiera tener la sensación de entender mejor el mundo que nos rodea.
La realidad es que Trump no es la única nube en el horizonte. En Rusia, el medio independiente Meduza reveló hace unas semanas que el ministerio del Interior del Kremlin lleva desde la primavera de 2024 considerando elaborar listas de personas LGTBIQ+ y de trabajadorxs sexuales. El objetivo sería crear un sistema “a gran escala” para rastrear lo que Moscú llama el “movimiento LGBT internacional”, el cual está prohibido en Rusia desde 2023 por ser, supuestamente, una “organización extremista”. En Hungría, Viktor Orbán, conocido por su cercanía al presidente ruso Vladímir Putin, ha logrado aprobar una ley que prohíbe la marcha del Orgullo en público y permite a la policía utilizar tecnologías de reconocimiento facial para identificar a los asistentes. En Eslovaquia, el Gobierno del también prorruso Robert Fico ha propuesto una reforma constitucional para restringir el cambio de sexo legal y las adopciones por parte de parejas homosexuales. Mientras tanto, Nigeria ha prohibido la homosexualidad en su ejército, un tribunal de Trinidad y Tobago ha recriminalizado las relaciones entre personas del mismo sexo, e Indonesia detuvo a 56 personas en una redada en una supuesta “fiesta gay sexual” en la capital, Jakarta. Algunos detenidos podrían ser condenados a hasta 15 años de prisión.
Por eso, porque parece que hay tantas nubes en el horizonte, quería dedicar estas líneas a esas otra historias que, quizás porque la alegría vende menos que el miedo, probablemente no llegaron a tu feed. Eso que algunos llamarían “buenas noticias”.
Victoria judicial de los derechos trans en Polonia
Son pocas las veces que los activistas LGTBIQ+ han celebrado algo en Polonia en los últimos años, dado que el país ocupa el último lugar en el ranking de países de la Unión Europea por derechos LGTBIQ+, según ILGA-Europe. Pero una sentencia del Tribunal Supremo polaco ha cambiado las tornas. Hasta ahora, la ley polaca exigía que las personas trans (tanto adultos como menores de edad) que quisieran cambiar sus documentos de identidad tenían que demandar (sí, llevar a juicio) a sus propios padres. Esto no solo creaba situaciones difíciles de gestionar emocionalmente si, por ejemplo, los padres se oponían a ello; sino que también daba lugar a obstáculos legales cuando los progenitores habían fallecido.
A partir de ahora, el proceso de cambio de sexo legal será más sencillo y no implicará tener que demandar a tus propios padres, aunque todavía quedan algunas preguntas en el aire: si Polonia no reconoce las uniones gais y lésbicas, ¿tendrán que divorciarse de sus cónyuges las personas trans que quieran cambiar sus documentos de identidad?
Alivio en el sur de África
En Namibia, el ahora expresidente Nangolo Mbumba decidió no firmar las propuestas de ley que restringían los derechos del colectivo LGTBIQ+ en el país y que había aprobado el parlamento. Las propuestas de ley hubieran prohibido el matrimonio igualitario y criminalizar a quienes lo oficiaran, además de prohibir a las personas trans casarse. Ambas forman parte de una nueva ola de homofobia política muy relacionada con lo que está pasando en otros países del continente africano y que ha ido ganando fuerza desde que varios tribunales fallaran a favor de algunos derechos LGTBIQ+, como el reconocimiento de los matrimonios igualitarios formalizados en el extranjero en 2023 o la despenalización de las relaciones homosexuales el año pasado.
Aunque Mbumba no dijo en ningún momento que su carpetazo a estas legislaciones estuviese motivado por una preocupación por los derechos del colectivo LGTBIQ+, sí que explicó públicamente que rechazó firmar las leyes porque tenía dudas sobre sus implicaciones constitucionales. Desde hace unos días Namibia tiene una nueva presidenta, Netumbo Nandi-Ndaitwah, la primera mujer en ocupar el cargo. Habrá que ver qué papel juega en las futuras propuestas legislativas que busquen ampliar o restringir las libertades de esta minoría.
Sorpresa en Sudamérica
Suriname no es un país del que se oiga mucho en las noticias, y desde luego no en materia de derechos LGTBIQ+. Pero un tribunal de la antigua colonia holandesa se ha pronunciado a favor de dos parejas que se casaron en el extranjero y luego se encontraron con que las autoridades surinamesas se negaban a reconocer su unión.
La sentencia no solo reconoce el matrimonio de estas parejas, sino que además instruye al Estado surinamés a modificar la legislación nacional en torno al matrimonio para cumplir con los tratados internacionales de los que es firmante. Todavía es pronto para saber adónde llevará esto, pero el país celebra elecciones generales el próximo mes de mayo. La victoria judicial ha dado esperanza a los activistas locales, que esperan que los comicios se conviertan en una oportunidad para subrayar los avances en materia de derechos LGTBIQ+ que el país tiene pendientes: Suriname es (junto con Bolivia, Ecuador, Guyana Paraguay, Perú y Venezuela) uno de los países sudamericanos que todavía no ha legalizado el matrimonio igualitario.
La UE critica la prohibición del Orgullo en Hungría
Sí, Hungría ha prohibido el Orgullo, pero una vez más los líderes europeos están dando signos de unidad contra la deriva homófoba de Orbán. La comisaria de igualdad de la Comisión Europea dijo que “estamos del lado de la comunidad LGBTQI, en Hungría y en todos los Estados miembros”. Varias embajadas en Budapest, entre ellas las de Alemania y Francia, han expresado su preocupación por la prohibición. El primer ministro español, Pedro Sánchez, ha sido una de las voces más críticas de esta nueva medida húngara contra el colectivo y ha subrayado que “Europa no debe permitirlo”.
De hecho, desde que Hungría aprobó en 2021 la ley que prohíbe la “promoción” de la homosexualidad o la transexualidad en menores, España ha estado entre los críticos más francos del Gobierno húngaro. Esa ley es precisamente en la que se basa la nueva prohibición del Orgullo, y por la que la Comisión, el Parlamento Europeo y 16 países miembros de la UE demandaron a Hungría frente a la justicia europea. Hungría tiene congelados miles de millones de euros en fondos europeos por ese y otros asuntos de corrupción y derechos humanos, pero todavía no está claro si Bruselas va a tomar medidas adicionales ante las nuevas restricciones. Preguntado por la posible respuesta europea, un portavoz de la Comisión dijo la semana pasada: “En lo que a nosotros respecta, es extremadamente importante luchar contra la discriminación por razón de orientación sexual”.
¿En qué has estado metido últimamente?
Llevaba semanas sin mandar esta newsletter porque estaba muy ocupado con un proyecto sobre derechos LGTBIQ+ en África y Asia en el que llevaba casi dos años trabajando. Y esta semana por fin hemos publicado la última historia de la serie: un documental que he coproducido compañera Sadiya Ansari sobre cómo los recortes en ayuda humanitaria de Trump no solo están poniendo en peligro décadas de progresos en la lucha contra el VIH/sida, sino que además pueden dejar a las personas trans en Namibia sin poder ir al médico cuando estén enfermas.
En resumen: la financiación estadounidense de la lucha contra el virus había permitido abrir (en Namibia y en muchos otros países africanos) las únicas clínicas en las que el personal sanitario trata a las personas trans de manera respetuosa. Hablamos con mujeres trans que habían sido humilladas por enfermeros y médicos en hospitales públicos, y habían desistido de recibir atención médica por miedo a sufrir más abusos. Pero las humildes clínicas centradas en los colectivos más afectados por el VIH (entre ellas las personas trans, y sobre todo aquellas que se dedican al trabajo sexual) se habían convertido en un espacio seguro para estas mujeres; no solo para recibir tratamiento antirretroviral o PrEP, sino también para poder hablar y ser atendidas por un sanitario sin ser insultadas o maltratadas. Ahora que el presidente estadounidense ha cortado gran parte de esos fondos, algunas de estas clínicas han cerrado y muchas más podrían hacerlo.
Como sabrás, los algoritmos de plataformas como YouTube son enormemente competitivos, así que te agradecería muchísimo que vieras los ocho minutos que dura el documental y nos dejaras un “me gusta”. Y si encima te apetece compartirlo con más gente, nos ayudarías todavía más.
Muchas gracias por leer esta newsletter (y a mi madre, María José, por editarla). Cada vez sois más los suscriptores, así que no dudes en reenviársela a quien creas que podría disfrutarla. Te prometo que no tendrás que esperar tanto como la última vez para el siguiente correo, y que seguirá habiendo motivos para querer entender más el mundo y no simplemente desconectarse de él.
Un abrazo desde Londres,
Enrique
Excelente! ✊🏾 Gracias por tu trabajo Enrique! Saludos desde Argentina.